Hoy, no vamos a hablar de Pisco, si no que vamos a adentrarnos en el apasionante mundo del vino, empezando por la variedad Syrah.

¿Alguna vez te has preguntado por qué el vino Syrah se llama así y qué es lo que lo hace tan especial? ¿Cómo se hace el vino Syrah? ¡Quédate y lee, porque este artículo te interesa!

La elaboración del vino Syrah es un proceso que combina tradición, ciencia y arte a partes iguales. La uva Syrah, reconocida por su piel gruesa y su gran sabor, y es originaria del valle del Ródano en (Francia) aunque ahora se cultiva en todo el mundo. Este tipo de vino se caracteriza por sus notas especiadas, afrutadas y su estructura robusta. Hoy, vamos a hablar de cómo se lleva a cabo el proceso de elaboración de un vino Syrah de calidad, desde la vendimia hasta el embotellado.

1. Lo primero: se seleccionan las uvas en la vendimia

El proceso comienza con la recolección de las uvas Syrah. La época de vendimia puede variar según el clima de la región y las características que el enólogo quiera destacar una vez terminado el vino. Las uvas Syrah generalmente se cosechan a finales de verano o principios de otoño, que es cuando alcanzan su punto óptimo de maduración.

La selección de las uvas es crucial, ya que la calidad del vino depende en gran medida de la salud y madurez de la fruta. Las uvas pueden recolectarse manualmente, lo que permite seleccionar racimos en perfecto estado, o mediante máquinas, un método más eficiente pero que puede incluir algunas uvas menos maduras o dañadas.

2. Se prepara la uva con el despalillado y estrujado

Una vez cosechadas, las uvas pasan al despalillado y estrujado. El despalillado consiste en separar las uvas del raspón (el tallo o esqueleto del racimo), para evitar sabores herbáceos o amargos en el vino. Después, las uvas se estrujan ligeramente para romper la piel y liberar el jugo, conocido como mosto.

Este paso debe hacerse con cuidado, especialmente en uvas Syrah, ya que su piel gruesa y rica en taninos puede aportar un sabor astringente si se manipula en exceso. ¡Esto tiene su miga!

3. Maceración y fermentación

Después del estrujado, las uvas y el mosto se dejan en contacto en un proceso llamado maceración. En esta fase, los compuestos presentes en la piel, como taninos, antocianinas (responsables del color) y otros aromas, se transfieren al mosto. Dependiendo del estilo que el enólogo desea, la maceración puede durar de unos días a varias semanas.

La fermentación es el paso en el que los azúcares del mosto se convierten en alcohol, gracias a la acción de levaduras, que pueden ser naturales (presentes en la piel de la uva) o añadidas para asegurar consistencia en el sabor. La temperatura de fermentación es importante; en el caso del Syrah, suele controlarse entre 25 y 30 °C, ya que temperaturas más altas extraen taninos y colores intensos, logrando la estructura típica de esta variedad.

Algunos enólogos practican la fermentación maloláctica, un proceso secundario que transforma el ácido málico (de sabor ácido, presente en frutas como la manzana) en ácido láctico (más suave y cremoso). Este paso aporta al Syrah una textura más redonda y sedosa. ¿Alucinante, verdad?

4. Se separan los sólidos con el prensado y descube

Una vez que ha terminado la fermentación y maceración, el vino joven se separa de los sólidos (pieles y semillas) en un proceso llamado descube. Luego, el vino se prensa para extraer los últimos jugos de las pieles, aunque esta fracción se utiliza a menudo en pequeñas cantidades, ya que tiende a ser más tánica y puede endurecer el vino si se añade en exceso.

5. Crianza, el proceso de envejecimiento que le da “el toque”

El vino Syrah se distingue por su estructura y capacidad de envejecimiento, y para ello, se somete a una crianza en barricas de roble, que puede ser francés, americano o de otra procedencia, dependiendo del perfil que se quiera lograr.

La crianza en barrica añade complejidad aromática y gustativa, desarrollando notas de vainilla, especias, cuero y ahumados. El tiempo de envejecimiento en barrica varía, pero suele oscilar entre 6 y 24 meses. En algunos casos, se utiliza una mezcla de barricas nuevas y usadas para lograr un equilibrio entre las notas de madera y la fruta.

Después de la crianza en barrica, el vino puede someterse a una etapa adicional de envejecimiento en botella, donde sigue evolucionando y suavizando sus taninos antes de llegar al consumidor.

6. Y por último… filtración y embotellado.

Para asegurar la claridad y estabilidad del vino, este se somete a un proceso de clarificación y filtración. Se emplean agentes naturales, como la clara de huevo (como lo lees) u métodos más modernos para eliminar partículas y sedimentos.

Una vez clarificado y filtrado, el Syrah se embotella, generalmente con corcho natural para permitir una pequeña cantidad de oxígeno que ayuda en su evolución en botella. Algunas bodegas optan por corchos sintéticos o tapones de rosca, que preservan el vino en su estado actual, evitando una evolución adicional.

Y… ¡Listo! El vino tinto Syrah ha ganado una gran popularidad en los últimos años debido a su sabor único y especial, convirtiéndose prácticamente en un manjar. ¿Lo has probado ya?

QUERIDO LECTOR…

¿Amante del pisco

y el vino?